Barcena Mayor

Hace poco tiempo el Inquisidor estuvo en Barcena Mayor con dos personas muy queridas pero la visita supo a poco, apenas “una visuá” con café mediano incluido, visita a los artesanos del lugar y poco mas.
Y el Inquisidor, después de alguna década que otra sin visitar Bárcena Mayor se quedó con un come-come que le impulsó a volver al pueblo mas precioso del Parque Nacional del Saja.
No volvió solo, lo hizo con su compañera del alma y cómplice de sus últimas salidas por el Valle del Miera.

A las 10 de la mañana del 2 noviembre Bárcena es silenciosa, apenas un par de vecinos, las calles vacías, los restaurantes preparándose para las visitas hambrientas que inundaran el pueblo pocas horas después, la pequeña iglesia cerrada , las tiendas de artesanía abriendo sus puertas y las aguas del río Queriendo murmurando entre las piedras que ya es hora de empezar el día. El Inquisidor y su compañera abandonaron el pueblo y tomaron el camino del collado de Ozcaba, 12 kms. que los pies del Inquisidor no soportarían pero por algún motivo desconocido parece que en esos caminos de montaña le duelen menos.

Caminando sin prisas, paladeando los robles, hayas, castaños, fresnos, alisos y los pinos que aunque no son propios de la zona son hermosos y elegantes, las piedras del camino cubiertas por las hojas, otoño al fin y al cabo, alcanzó el Inquisidor el cercano humilladero de Nuestra Señora del Carmen y admiró los tres enormes robles que hay frente a él.
¿La Virgen del Carmen no es la Patrona de los marineros? ¿Qué hace allá arriba en los bosques del Saja? Supone el Inquisidor que la Virgen como los de Bilbao, es de donde quiere.

A la hora de camino entre el lejano sonido del Río Queriendo volando entre robles, saucos. hayas y castaños, el agua de las fuentes salpicando las piedras, los hilos de aguas viajando tímidamente por las rodaduras del camino, a veces embarrado, el Inquisidor y su mujer percibieron que el agua procedía de otro sitio: el cielo.

Vamos, que estaba empezando a llover.

De modo que como solo era un paseo el Inquisidor volvió sobre sus pasos y durante la bajada disfrutó de uno de sus grandes placeres: caminar por la montaña mientras una ligera llovizna le golpea la cara. El Inquisidor estaría dispuesto a pagar peaje por esas gotas de agua que le hacen sentirse mas vivo que nunca.

Y volvieron los dos al restaurante El Puente, ligeramente mojados, ligeramente cansados pero no ligeramente hambrientos. En la mesa junto al río, protegidos por el porche y a pesar del viento, no muy molesto, las codornices, venados, cocidos montañeses, chuletas de jabalíes y las cremas montañesas, ayudaron a los caminantes a olvidarse del frío y concentrarse en la conversación y los recuerdos. Como debe ser todo acabó con cafés y orujos de los de toda la vida.

El Inquisidor y su mujer volverán a Bárcena, hay que terminar esos doce kms. hasta el Collado de Ozcaba.IMG_20151102_123824 IMG_20151102_123833 IMG_20151102_123836 IMG_20151102_114810 IMG_20151102_114948 IMG_20151102_115045_2 IMG_20151102_115144 IMG_20151102_115200 IMG_20151102_115252 IMG_20151102_115752 IMG_20151102_115946 IMG_20151102_122058_4 IMG_20151102_122151

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